miércoles, 10 de abril de 2013

Te cuento.... UN CUENTO sobre participación



Os dejo aquí mi primer cuento para trabajar y reflexionar sobre la participación.          


       

LA PIEDRA DE SOPA 


En un pequeño pueblo, una mujer se llevó una gran sorpresa al ver que había a su puerta un extraño, correctamente vestido, que le pedía algo de comer. ·”Lo siento”, dijo ella, “pero ahora mismo no tengo nada en casa”.
“No se preocupe”, dijo amablemente el extraño. “Tengo una piedra de sopa en mi cartera, si usted me permitiera echarla en un puchero de agua hirviendo, yo haría la más exquisita sopa del mundo. Un puchero muy grande, por favor”.
A la mujer le pico la curiosidad, puso el puchero al fuego y fue a contar el secreto de la piedra  de sopa a sus vecinas. Cuando el agua rompió a hervir, todo el vecindario se había reunido allí para ver a aquel extraño y su piedra de sopa. El extraño dejó caer la piedra en el agua, luego probó una cucharada con verdadera  delectación y exclamó: “¿Deliciosa! Lo único que necesita son unas cuantas patatas”.
“¡Yo tengo patatas en mi cocina!” , grito una mujer. Y en pocos minutos  estaba de regreso con una gran fuente de patatas peladas que fueron derechas al puchero. El extraño volvió a probar el brebaje. “¡Excelente!” , dijo , y añadió pensativamente, “si tuviéramos un poco de carne, haríamos un cocido de lo más apetitoso...”.
Otra ama de casa salió zumbando y regresó con un pedazo de carne que el extraño, tras aceptarlo cortésmente, introdujo en el puchero. Cuando volvió a probar el caldo, puso los ojos en blanco y dijo: “¡Ah, qué sabroso! Si tuviéramos unas cuantas verduras, sería perfecto, absolutamente perfecto...”.
Una de las vecinas fue corriendo hasta su casa y volvió con una cesta llena de cebollas y zanahorias. Después de introducir las verduras en el puchero, el extraño probó nuevamente el guiso y, con tono autoritario, dijo: “La sal”. “Aquí la tiene”, le dijo la dueña de la casa. A continuación dio otra orden: “Platos para todo el mundo”. La gente se apresuró a ir a sus casas en busca de platos. Algunos regresaron trayendo incluso pan y frutas.
Luego se sentaron todos a disfrutar de la espléndida comida, mientras el extraño repartía abundantes raciones de su increíble sopa. Todos se sentían extrañamente felices mientras reían, charlaban y compartían por primera vez su comida. En medio del alborozo, el extraño se escabulló.





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